martes, 2 de abril de 2013

Nosotros, los extranjeros.


Un tercio de mi vida, he vivido como extranjera. Sujetada de mi pasaporte he aprendido cuánto pesa que no sea azul, de esos, de los que pasan sin cola y sin revisión, los de la visa segura, llenita y beca. Sino de los que vienen del otro lado, del confín del mundo.

Mientras nosotros hemos estado asaltando las tradiciones jurídicas y resucitando la Constitución mexicana de 1917, retomado el espíritu que gritaba tierra para los indios y justicia para los pardos, la Europa ha venido posicionando un derecho de la amargura. El derecho de los extranjeros.

Como una sección un tanto incomoda, sale allí entre lo constitucional y el administrativo con un lenguaje técnico que se ajusta entre aceptaciones y reprobaciones de la Corte Europea de Derechos Humanos, pero lo cierto es que jurídicamente ha venido profundizando la idea “de tu eres de allá y yo soy de acá.”

El que es de acá, del tercer mundo, puede sentirse amenazado por la existencia de Guantanamo y la sección de cárceles expres que le guardan los de allá. Los de acá tienen que entender que lo social es progresivo, un "si queda un poquito en el fondo de la paila". Los de acá, tienen que entender que lo terrible importa si es geopolíticamente conveniente, y la geopolítica es tan sólo el juego del lobby internacional.

El que es de allá tiene derecho a tener escrito en su idioma todos los cartelitos, a la seguridad social y sufre un esquema que le come sus propios pies, pero cuidado, la lógica del mercado le enseña que su precariedad es culpa del de acá y por eso, para salvarse él, tiene que vengarse contra el de acá.

Los de acá somos un conjunto de gente que no se conoce, pueblos que no hablan la misma lengua ni entiende la misma historia, pero somos árabes, latinos o negros, los mismos: los extranjeros.

Aquello me lleva a plantear un par de preguntas que poco escucho entre los colegas y que se suponen centrales de nuestro oficio, cuál es la brecha entre lo legal y lo injusto. ¿Qué es el derecho? ¿Qué es tener derechos? ¿Qué hacer con el derecho cuando niega los derechos?

El derecho no es la norma. Eso es evidente. La norma es la construcción de contenido jurídico, donde se distinguen partes y bien Kelsen lo explicó y Cossio lo rebatió.

Pero también la ley, como conjunto de normas, no es otra cosa que la voz de la clase dominante y contra ella, la Constitución viene como un recuerdo de un momento oxigenante donde las clases dominantes pudieron recuperar la capacidad de normar.

Aquello no se da siempre, sólo cuando la Constitución nació por constituyente y no ha sido objeto de los cortes y recortes que le profesan los Congresos y Asambleas constituidos.

Por ello volviendo al tema, nosotros, los extranjeros,los de la existencia jurídica paralela a la categoría del individuo, los nadies de Eduardo Galeano, sólo tenemos la posibilidad de Ihering, asaltar el derecho y hacerlo nuestro y como nosotros.

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