lunes, 15 de abril de 2013

Carta a mi prima Ana



Carta a mi prima Ana.

Discúlpame en primer lugar que de todos los primos y de todas las primas te escriba a ti. Quizás te selecciono por tener mi nombre y haber leído lo que deseas para los y las chavistas. Ya, en lo concreto te contesté en twitter, yo, tu prima, quien te cargó bebé, quien tiene tu misma sangre, soy chavista, lo he sido y lo seguiré siendo.

A estas horas donde como tú muchos otros se dejan llevar hasta la locura, a una locura teledirigida donde no tienes más espacio que el de una marioneta siento la necesidad de escribirte.

Hace escasos dos meses destiné horas de esfuerzo para mover cada amigo, cada espacio que conservo en la Universidad para que tuvieses, incluso si tu situación no era suficiente para obtenerlo, un cupo para que estudiaras Nutrición o Bionalisis. Aquello que tú escogiste, en el lugar que quieres.

Como tu prima mayor  espero que la vida te otorgue aquello con lo que sueñas, que crezcas sana y feliz, que estudies lo que quieras, que tengas un trabajo digno y un hogar feliz. No son muchas las veces que compartimos y todos y todas conocen de sobra las causas, yo trabajo en la Asamblea Nacional, donde ocupo un espacio en la construcción de un proyecto que es el proyecto de redistribución social y económica de Hugo Rafael Chávez Frías.

Ese, no es mi trabajo. El acompañamiento y la vivencia del Proyecto Revolucionario empezó para mí antes de tener la edad que tienes y ha ido tomando cuerpo y ganando intensidad pero en mi camino jamás he olvidado el ejemplo de Pedro Luís Bracho Navarrete, tu abuelo y el mío, que amó este país y conoció su política hasta la últimas consecuencias.

Hay en algún lugar de la casa de la abuela un librito maltrecho que él escribió donde cuenta como desde más joven que tú se dedicó a la política. Se enfrentó a los catorce años a la dictadura de Juan Vicente Gómez que gobernó Venezuela durante 27 años y ahogó las aspiraciones del pueblo. No bien murió Gómez tu abuelo se alistó en la difícil tarea de fundar un Partido, sino lo sabes desde entonces y muchas veces más cuando Pérez Jiménez, tu abuelo estuvo preso. 

Conoció aquella cárcel un poco distinta del siglo XX venezolano, sus miedos, sus torturas, vivir con el peso de tener la Seguridad Nacional en el cogote, y luego, sólo luego, vinieron para él años que fueron por momentos dulces pero otros agrios, y fue Gobernador, Senador, y mucho tiempo después naciste tú y conociste a un señor al final de su paso, a un hombre que nunca se dio por vencido.

El abuelo fue siempre adeco, con sus diferencias por momentos pero firme a sus ideas, con ellas fue a la cárcel y al poder, con ellas salió de la cárcel y del poder. El abuelo nunca fue un hombre de izquierda, nunca fue chavista pero tampoco fue un hombre de derecha y conoció de sobra la sombra que producen los llamados y el gobierno del odio.

Mi interés con esto, querida prima, es contarte que genéticamente la familia Bracho se ha dedicado a la política. Yo, que soy tu prima, que no soy adeca sino chavista, si, si, eso, marginal casi comegente, he seguido una vida en la política con el modelo de honradez y compromiso que Pedro Luís Bracho Navarrete dejó en los genes para siempre.

No fue uno, ni dos, los amigos que vio morir el abuelo, ni una ni dos torturas las que sufrió. Por eso permite mi reproche a que estés llamando al odio y  a que “los chavistas coman mierda” porque si chavista no fue nunca el abuelo, digno siempre fue y digna te tocará ser.

Creo de corazón, que tú no desearías para mí lo que deseas para los que son como yo, los que acompaño, los chavistas, y eso tiene un problema porque yo no me atormento por tu amenaza y me cambio de acera sino que asumiré como mi abuelo lo que algunos enemigos del bien, de nuestra Patria y de nuestro Cristo, pretendan.

Siempre he sabido y respetado su postura política, ustedes son desde la noche de los tiempos enemigas del proceso de cambios, ni siquiera tú porque no tienes como saber que es un proceso de cambios y no decidiste estar en contra pero si la familia.

Eso nunca ha cambiado mi amor ni mi entrega. Por eso a la enfermedad de nuestra Rebe he respondido con toda la solidaridad que pueda un dolor tan grande generar y daría mi vida porque ella, que es mi prima menor, estuviera bien.

Pero lo que sí quiero que escuches y que no olvides es que hoy cuando balean los edificios llenos de trabajadores, los centros de salud con sus enfermeras, las casas de los líderes y llaman a que busquen hasta el último chavista y lo venden al mejor postor, puede que alguno o alguna acuda en actos violentos en mi contra, y eso querida prima, porque los procesos generados desde el odio son así.

Nunca se detienen a un objetivo que tú puedes querer, que es quizás la ida de un Presidente electo, porque son la puerta de la barbarie de nuestra civilización que es una condición animal individual y colectiva. Por eso te escribo esta carta que quizás no leas, y te entrego mi amor de siempre y mi dolor de hoy.

Si la locura que ya vivimos se fuese más lejos y me pasara algo y si ese algo fuese irreversible yo les pido que nunca me lloren porque soy sólo un nombre indisoluble e indivisible del todo que es el pueblo chavista, y en él y para él, soy y seré tan dura como el abuelo, tan honesta y entregada como mi padre, tan amorosa como mi madre.

Por eso que no tengo la opción de por miedo saltar talanqueras, sino por principios rezarle al Cristo Fuerte de mi abuela que aquí no pase más y que volvamos a la paz y sino resistir, resistir y resistir.

Tu prima,
Ani.

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