martes, 28 de agosto de 2012

Carta de Solidaridad con Enrique Arenas

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“Enrique Arenas es un personaje mítico, referencial para quienes habitamos la ciudad solar. Le fue dado ser como es y nada ha podido cambiarlo. Llega hasta aquí con su ruma de libros bajo el brazo, con su paso ágil, su tranco de seminarista, inalcanzable para quienes venimos detrás, leyendo lo que él nos sugiere, desde los clásicos hasta lo más reciente. Su sapiencia, es a veces tan impositiva como necesaria, y no me retracto de lo que digo, es extraordinario maestro. Estaría un rato hablando de él sin preocuparme siquiera si lo tengo al frente, pero él no está aquí, hace años se fue a Maracaibo, acaso para no dejar sola a Lydda, o bien para dictar cátedra como suele hacerlo, aquí, allá o en cualquier parte donde esté. Es un hombre libro, sí como aquel personaje al que aludí líneas atrás, el de Canetti en Acto de Fe.”*
"...Enrique ha sido un arduo defensor de la poesía como edificadora de conocimiento, y, armado de su penetración, de su potencia creadora, por largas e intensas décadas llevó su dedicación a buena parte del país y América Latina y el Caribe, organizando Simposios, encuentros literarios, Congresos, recitales poéticos, esfuerzo que lo llevaba con una generosidad sin límites, a repartir a manos llenas novedosas antologías, libros reveladores, autores escondidos o desdeñados por la crítica, pero que anunciaban los derroteros de la crítica y la investigación literaria. Muchos poetas y escritores del país tienen en Enrique un silencioso corazón. Es lo que en una pobre jerga sin hondura ni calor se conoce como promotor cultural, pero su hacer va con mucho más allá: su criterio y su voracidad lectora le permiten ver más ampliamente, advertir los posibles futuros y soñar políticas culturales de amplio espectro..."
Javier León

Maracaibo, a los veintisiete días del mes de agosto de 2012

Nosotros y nosotras, constituidos en un grupo heterogéneo, compuesto por sus amigos y amigas, por sus estudiantes, por quienes las que lo conocieron congregado en infinitas causas, reconocemos en Enrique Arenas un impulso permanente para la cultura falconiana y la zuliana, que ha sabido constituirse en un ejemplo de la conjugación entre la solidaridad y la palabra.
Nosotros y nosotras, que hemos aprendido de Enrique Arenas la valoración de la belleza, el dominio de idiomas, vivos o muertos, las más vitales enseñanzas para la formación humanista reconocemos en él al Maestro dispuesto a enseñar sin condiciones y mantenemos hacia él, el afecto del amigo, la estima del alumno, el cariño del compañero.
Nosotros y nosotras, conscientes que a esta hora pesa sobre él un difícil estado de salud y que no ha sido posible otorgarle la atención integral y digna que merece, dirigimos al Gobierno de la República de Venezuela, a través de sus distintos órganos, la solicitud de que sea otorgada a Enrique Arenas Capiello, toda la atención y todo el apoyo material que pueda éste brindarle para superar con decoro la situación de salud que enfrenta.

*Tomado del Portal Literatura Falconiana
http://literaturafalconiana.wordpress.com/ensayos-sobre-falconianos/

jueves, 2 de agosto de 2012

Maracaibo

Las ciudades tienen semáforos,
Tienen sistemas perfectos o perfeccionables
Para distribuir el agua, para circular…

Las ciudades tienen misterios,
Asesinatos tristes de gente triste
Que nunca serán resueltos.

Tienen historias con brillos
Con oscuridades, con inexplicables amarguras,
Tienen los locos que viven en las plazas
El panadero y el vendedor de arepas,
Los obreros y los ricos,
las empresas y las tiendas.

En las ciudades las calles,
Las casas, los apurados y los vagabundos
Se confunden en un verso que el continuo
Movimiento reinventa.

Pero mi ciudad tiene cada vez menos semáforos,
Menos calles y más gente,
A mi ciudad le fracturaron el verso
Le borraron la cara,
Le partieron los dientes,
A mi ciudad le secuestraron la esperanza,
Las ganas de vivir en ella,
Los espacios para vivir en ella,
Y le dejaron tan sólo las heroicas ganas
De quienes todavía se enfrentan.

Mi ciudad es un canto que reta al viento,
Una canción que perdió la armonía,
Un pasaporte sin hojas que llenar,
Un barco con boletos al olvido.

Mi ciudad es eucalipto frente a la tormenta
Olores de café que despiertan
Gente que se persigna antes de salir.

Mi ciudad es  hoja esperando ser escrita,
Resurrección permanente, pájaros en vuelo
Para ser más que la ineptitud de la alcaldesa
O casa del cobarde gobernador que dispara
Con la policía asesina que le dejó su pasado.

Mi ciudad es la casa de Lossada,
El socialista.

Mi ciudad es el lago de la batalla.

Mi ciudad es el espacio donde resisten
Centenariamente los pueblos indígenas.

Mi ciudad es un punto de mi corazón
Comienzo, final y escala obligatoria
Es un amor sin íconos pero con voces,
Uno que arrulla lo que duele,
El idioma que hablo,
Las letras que escribo.

Mi ciudad sin duda es bandera de resistencia
Porque Maracaibo no morirá de espanto,
La salvarán las canoas navegando el lago,
La salvarán los buchones en vuelo,
La salvarán los furros y los cuatros,
La salvarán los versos.