lunes, 22 de abril de 2013


Busco una calle donde no buscarte, el silencio que queda al final del ruido, la hoja donde tu nombre no me habita y el miedo se disipa y hay un botón de vuelta atrás y una mariposa de arrullo que me desnuda y me consuela.

Busco una caja donde no se apilen las cosas que dejas ni los motivos que faltan donde dejé caer la tiara de pequeños brillos, los zapatos cubiertos de tela satinada, las ganas de un coche que guardar en la maleta.

Busco una amiga con licencia de cachetadas y lastima enfermiza que me devuelva la sensación de no estar sola en todos los escenarios, desde esta caja de rumores y complots que tengo por oficina.

Busco un reloj con el don de borrar el tiempo para tener una mesa en un cuadro azul donde vuelva volando la Gocha y me cuente los errores que cometo y niego tener, donde vuelva mi Chávez con su traje de hombre y tenga algún sentido éste camino, más que dolor. 

Busco el extremo de hablarte o de poder olvidarte sin olvidar que vuelves todos los días al final de la hora como se va lo que siempre ha estado, lo que el crepúsculo pinta en líneas de para siempre.

Busco mi soledad bien administrada y un pacto con la culpa, el asco y el desprecio que desde hace casi un año, me profeso.

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