Busco una calle donde no buscarte, el
silencio que queda al final del ruido, la hoja donde tu nombre no me habita y
el miedo se disipa y hay un botón de vuelta atrás y una mariposa de arrullo que
me desnuda y me consuela.
Busco una caja donde no se apilen las cosas
que dejas ni los motivos que faltan donde dejé caer la tiara de pequeños
brillos, los zapatos cubiertos de tela satinada, las ganas de un coche que
guardar en la maleta.
Busco una amiga con licencia de cachetadas y
lastima enfermiza que me devuelva la sensación de no estar sola en todos los
escenarios, desde esta caja de rumores y complots que tengo por oficina.
Busco un reloj con el don de borrar el tiempo
para tener una mesa en un cuadro azul donde vuelva volando la Gocha y me cuente
los errores que cometo y niego tener, donde vuelva mi Chávez con su traje de
hombre y tenga algún sentido éste camino, más que dolor.
Busco el extremo de hablarte o de poder
olvidarte sin olvidar que vuelves todos los días al final de la hora como se va
lo que siempre ha estado, lo que el crepúsculo pinta en líneas de para siempre.
Busco mi soledad bien administrada y un pacto
con la culpa, el asco y el desprecio que desde hace casi un año, me profeso.
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