lunes, 26 de mayo de 2014

[Jurídico] ¿Legislar contra el odio virtualmente expresado? (España)

Sigo con mi bitácora de hormiga curiosa.Les paso hoy es un artículo de un español que habla sobre como hoy en día en España se debate la posibilidad y deber de legislar sobre el "odio virtualmente expresado". El autor manifiesta algo que es cierto, quizás eso sea tan díficil como pretender regular que la gente llene de graffitis las calles pero hay una frase importante "más allá de lo que sea posible y plausible legislar al respecto"

Es decir, que, un mínimo de regulación se reconoce como una obligación de los Estados para mantener la convivencia. Entonces a retener: la regulación de las redes sociales es un tema en agenda legislativa y judicial mundial (hace tan sólo unas semanas la Corte Suprema de EEUU se pronunció regulando el Facebook) y como todas las libertades conoce el límite del derecho ajeno y del orden público.

¿Legislar contra el odio virtualmente expresado?

Archivado en (Opinión) por desde-el-bajo-narcea el 23-05-2014

«Sóbrale al mar de amargura lo que a menudo le falta de firmeza, pereciendo en él todos los que se adentran sin estrella» (Gracián).

Una frase corta, un bramido, una blasfemia, una insulto hiriente, una pintada, una amenaza, una maldición. Todo ello y todas ellas caben en pocos caracteres; vienen a ser los espumarajos de un continuo y frenético oleaje empujado desde la vida pública y que se estrellan sobre los muros virtuales, no sé si infinitos, pero sí, desde luego, ilimitados. A menudo, sintaxis alicortada, semántica de brocha gorda, morfología balbuciente, discordancias llamativas. A menudo, la paradoja que supone agarrarse al asidero de la soledad desde donde se escribe y, al mismo tiempo, sentirse envalentonados imaginando la pléyade de receptores de su bufido.

No, su casa no está sosegada, como la del poeta místico. Pero el arrebato expresado en tan pocos caracteres sí que está cargado de decibelios.

Más allá de lo que sea posible y plausible legislar al respecto, sin que sufra menoscabo la libertad de expresión, nos encontramos claramente ante un problema de géneros, más de bien se subgéneros. Si, como reza el tan recurrido tópico, se supone que el papel lo aguanta todo, preguntémonos hasta dónde llega la inexpugnable resistencia (también indiferencia) de los muros virtuales.

Más allá de que se legisle contra las injurias, más allá de que se intente exigir que lo que se dice está contrastado, lo que le falta a  esta realidad virtual, cada vez más frecuentada en las redes sociales, es solemnidad.  Es en esa ausencia de solemnidad donde radica la grandeza y la miseria de la incesante catarata de decires en las redes sociales. Grandeza, por la espontaneidad que permite; miseria, por lo poco que importa expresarse sin decoro y sin rigor.

Desde el crimen de León, se diría que las alarmas se han disparado hasta que muy recientemente, a resultas de un partido de baloncesto, hubo inundación de comentarios racistas que, según parece, fueron en muchos casos objeto de denuncia.

El odio y el ingenio, –perdón por la perogrullada- tan omnipresentes en las pintadas y en las redes sociales, se asoman con mucho más pudor en otros ámbitos de expresión, pero, en el mundo virtual, son irrefrenables y, sobre todo, esenciales.

Y no perdamos de vista que, si bien es cierto que las andaduras digitales dejan huella, la realidad virtual se vive, en la mayor parte de los casos, como un ámbito anónimo. El insulto no es cara a cara. La amenaza no se manifiesta en presencia física. El alarido racista, machista, clasista, (y todos los “istas” que se quieran) se lanza desde la covacha de la soledad. Distinta cosa es que esa covacha pueda ser, llegado el caso, localizada y rastreada. Pero, desde ella se actúa como si se estuviese en un atrincheramiento infranqueable.

Legislar contra el odio virtual, además de generar debates que forman parte del entretenimiento público, viene a ser –mutatis mutandis- como la lucha contra las pintadas más o menos irreverentes, más o menos insultantes, más o menos ingeniosas, más o menos cobardes, pero siempre inevitables. Y, hecha la necesaria selección que impone el paso del tiempo, necesarias como testigos de los afanes de un tiempo y un territorio, necesarias como muestras de un derroche de ingenio que, por fortuna, nunca cesa.

La Democracia.



Aquel país donde María, no la virgen, ni la dueña sino la que pone el café, lava la oficina o fríe las empanadas puede llegar a médico, a policía o a Presidenta y sentarse en la misma fila del metro, compartir clases con el hijo del Doctor o del Jefe, y, su hijo responde a la misma ley que el Empresario y si va a la cárcel va a la misma, es un país democrático.

Por eso, la democracia, como concepto y sobretodo como realidad tiene enemigos. El que exista una repartición de la escuela y de la ley significa no tan sólo que puedo mandar sino que puedo ser mandado. Que esa gente “menos culta”, que escucha música que me molesta puede llegar a una diputación o incluso al gabinete.

Por si eso no fuese suficiente, la democracia supone que gobierne la mayoría para la mayoría. No gobierna los que son muchos sino los que son más y lo hacen, con la legitimidad y la fuerza que tienen los actos del Estado. Esto de las mayorías es tan interesante como molesto porque se mide a través del sufragio, y se corresponde con la realidad en la medida que las elecciones son universales y directas. Ahora, cuando confluyen y eligen un dignatario marcan el tiempo que sigue después de la elección.

Decimos que “marcan” porque la visión de nuestro sistema de gobierno es aquella en la que se debe participar siempre, en la que la soberanía no se transfiere y los mandatos no son eternos. Como no son eternos, se votan periódicamente y pueden cortarse con un referendo. Por un referendo, no por la fuerza ni por el debilitamiento del Estado o el castigo del pueblo, con y por la participación política no por el terrorismo o el atentado contra los derechos ajenos.

Hoy por hoy, se afirma que la democracia es un derecho. Por lo cual ponerla en juego no es tan sólo un problema político sino un atentado contra la dignidad de los sujetos y del pueblo.

Como categoría ideal veremos que la realidad tiene siempre oscuridades y angosturas pero es en esta visión, la democracia como utopía, que se fijan las metas a alcanzar. Desde esta óptica podemos ver las tareas pendientes: que el gobierno electrónico sea realmente eficiente, que la corrupción se erradique totalmente, que se abrogue la impunidad, que el burocratismo ceda y a la función pública se acceda por concurso, etc.

Ahora bien, eso no significa que la democracia no sea una realidad. Es un producto que se construye y se vive, es el legado que más le costó dejarnos al Comandante Chávez. La conciencia de que la democracia es una realidad colectiva, construida y por construir, es lo que la salvará de volver al Olimpo de los diccionarios donde se define sobre papel glasé, dejando al margen a María, la empanadera, causa de esta nota y de esta Revolución.

@anicrisbracho
Caracas
Este artículo apareció el sábado 24 de mayo en el Correo del Orinoco.

miércoles, 21 de mayo de 2014

[Jurídico] [Igualdad] ¿La familia de quién?



Así lo decía la maestra “la familia es el núcleo de la sociedad”, y, “mi mamá me mima” “mi papá fuma la pipa” y Fiona se casó con Shreck y tuvo hijitos. Tardé 25 años en entender que “San José, la Virgen, la mula y el buey” reciben y crían juntos rara vez en Venezuela.

Con nuestros terribles números de embarazo precoz y nuestra propensión al divorcio –de casados y concubinos- la familia en Venezuela es un tema que se plantea diciendo “Vale, te explico”. Entonces, con abuelas que crían, nietos que cuidan abuelas, vecinas que son tías, madres que son hermanas y padres como recurso social renovable, a más de uno llenar una planilla de seguro se le convierte en una pesadilla.

El problema es que la planilla dice “padre” y “madre” y no tiene una línea donde explicar que la mamá no estuvo y el papá menos pero que si se conocieron personas que sin entrar en esas categorías hicieron esos trabajos.

Es esto ¿un problema geométrico o una causal de discriminación? En mi opinión es lo segundo. Pues defender en la forma una familia que en la realidad no existe es dejar miles de familias fuera pues hay millones de personas que no conocen esas categorías.

Si afirmo que es un problema de discriminación es que, por ejemplo, en el caso de los seguros a los núcleos familiares patrocinados por los empleadores, tenemos dos personas que a mismo empleo no obtendrán los mismos beneficios, y, uno termina pagando un impuesto que le cobra la visión judeocristiana que nos inspira como consecuencia de los actos de quienes le procrearon.

No se trata de una propuesta dibujada y pensada sino de una alerta porque, a vuelo rápido pareciera que cambiar esas opciones por: personas con las que tenga relación de familiaridad dejando igual el espacio para dos beneficiarios resulta en teoría una alternativa más justa.

Lo mismo ocurre cuando pensamos que vivimos en un mundo que reconoce cada vez más la existencia y los derechos de la sexodiversidad, pues, inmediatamente, por su condición o elección de sexualidad y afinidad, tenemos personas que no encuadran ni en las planillas de las aseguradoras ni en los formularios para las ayudas sociales.

La base de estos dos razonamientos es sencilla. Es el concepto de la no discriminación: a iguales obligaciones y desempeños corresponden los mismos derechos y privilegios. Quizás es tiempo de ponerle el ojo y empeñar el corazón.

[Nota de Diario] de la écrivaine a la escritora.



Recuerdo cuando empecé a escribir. Mis padres luchaban contra mi colegio. Alguna cosa hice para ganarme el desprecio más violento de mi maestra. Creo que el algo era ser la hija de dos profesores que no regalaban cosas, que tenían un carro viejo. Lo cierto fue que un día en el Sierra Azul mi papá me animaba a seguir escribiendo después de mi debut recitando un poema para el día de la madre en las tareas dirigidas. Recuerdo que pensé primero en ser guionista de dibujos animados y así comenzó todo. Al llegar a Francia, el mejor maestro del mundo, Jean –sin apellido-, debió haber averiguado aquello. Me retó. Debía aprender a escribir francés para publicar en el periódico escolar. Tenía diez años.

Al regreso a Venezuela, mis padres consiguieron una máquina de escribir digna de museo. Una cosa pesada y metálica, roja de teclas negras. Me dediqué a atormentar a mi hermana porque había decidido escribir cuentos sentada con la maquina encima de una litera. Creo, que mi primer cuento completo se llamaba “corazonada de verano”. ¡Sepa usted sobre que iba eso!

Si hoy pienso y escribo sobre esto es porque desde ese entonces no he dejado de hacerlo. Creo que es Giselle Halimi, con quien me identifico tanto, que dice que escribe porque es la única manera que entiende de vivir.

Entonces, así ha sido este cuento y luego, tuve titanes para mejorar. Cuanto no recuerdo las tardes con Enrique Arenas y Lydda Franco Farías, ambos, hermosos y brillantes. Perfeccionistas y volátiles. Maestros.

Mi experiencia a este respecto en la educación más formal nunca fue tan fácil. Un Profesor de Literatura de esos de gramática y manual supo detestarme hasta que coincidí con Valmore Muñoz Arteaga, oscuro, misterioso, fanático de lo germano y profundamente inspirador. Con él, volví a la imprenta escolar donde enfrenté luego algo de lo que hoy llaman bulling.

Para esa época este asunto se complica pues pese a ser la poesía mi primera pasión, mi arena natural, la que aprendí a tallar de los ojos de Nelly, del humo de Lydda, de las hojas poco leídas de mi papá, de Jean y sus recitales de Verlaine me abrí a la escritura de ensayos, entre políticos y jurídicos, sociales y personales.

Ese camino lleno de hojas virtuales de mis primeros intentos que conoció Douglas Bolívar fue la puerta a mi querido Correo del Orinoco, antes de esa fecha, algunas veces había aparecido en Rebelión y en otros sitios pero la seriedad del compromiso con el Correo fue un ejercicio moldeador de constancia.

Si pienso esto, más como balance en algún punto del camino es porque a tres años de A Desalambrar algunas cosas se ven bonitas: cientos de personas leen semanalmente mi columna, la hacen seguir por las redes sociales, y, lo mismo ocurre con este espacio más informal en los tamaños y los temas, mi blog, “De eso no se habla”.

Pero una entonces tiene ese sentimiento de tarea hecha y por hacer cuando descubre que ya no sólo escribe para un periódico ni un blog sino que de allí las cosas pasan a otros espacios. Puerto Rico, Perú, Argentina, Cuba, Caracas, Maracaibo, Maracay, Valencia… que hermoso se siente este eco que deja la voz a su paso, que maravilloso es el agradecimiento.

jueves, 15 de mayo de 2014



A los cantos del alma herida
De los que un mudo insultó
A los que un ciego miró
A los que no saben si el agua moja
O si el sol quema.

A los cantos del alma herida
Que camina sin mirar arriba
Que le da lo mismo el lunes
Que el viernes, que abrazan
Buscando cobijo.

A los cantos del alma herida
Que caminan sin pies,
Que miran sin ojos,
Que sueñan sin ganas,
A los cantos del hoy,
Este verso triste,
Este saco vacío,
Este silencio,
Esta herida.