Así
lo decía la maestra “la familia es el núcleo de la sociedad”, y, “mi mamá me
mima” “mi papá fuma la pipa” y Fiona se casó con Shreck y tuvo hijitos. Tardé
25 años en entender que “San José, la Virgen, la mula y el buey” reciben y
crían juntos rara vez en Venezuela.
Con nuestros terribles números de embarazo precoz y nuestra propensión al divorcio –de casados y concubinos- la familia en Venezuela es un tema que se plantea diciendo “Vale, te explico”. Entonces, con abuelas que crían, nietos que cuidan abuelas, vecinas que son tías, madres que son hermanas y padres como recurso social renovable, a más de uno llenar una planilla de seguro se le convierte en una pesadilla.
El
problema es que la planilla dice “padre” y “madre” y no tiene una línea donde
explicar que la mamá no estuvo y el papá menos pero que si se conocieron
personas que sin entrar en esas categorías hicieron esos trabajos.
Es
esto ¿un problema geométrico o una causal de discriminación? En mi opinión es
lo segundo. Pues defender en la forma una familia que en la realidad no existe
es dejar miles de familias fuera pues hay millones de personas que
no conocen esas categorías.
Si
afirmo que es un problema de discriminación es que, por ejemplo, en el caso de
los seguros a los núcleos familiares patrocinados por los empleadores, tenemos
dos personas que a mismo empleo no obtendrán los mismos beneficios, y, uno termina
pagando un impuesto que le cobra la visión judeocristiana que nos inspira como
consecuencia de los actos de quienes le procrearon.
No
se trata de una propuesta dibujada y pensada sino de una alerta porque, a vuelo
rápido pareciera que cambiar esas opciones por: personas con las que tenga
relación de familiaridad dejando igual el espacio para dos beneficiarios
resulta en teoría una alternativa más justa.
Lo
mismo ocurre cuando pensamos que vivimos en un mundo que reconoce cada vez más
la existencia y los derechos de la sexodiversidad, pues, inmediatamente, por su
condición o elección de sexualidad y afinidad, tenemos personas que no
encuadran ni en las planillas de las aseguradoras ni en los formularios para
las ayudas sociales.
La
base de estos dos razonamientos es sencilla. Es el concepto de la no
discriminación: a iguales obligaciones y desempeños corresponden los mismos
derechos y privilegios. Quizás es tiempo de ponerle el ojo y empeñar el
corazón.
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