jueves, 15 de mayo de 2014

[Prosa] Después.



Aunque me cueste imaginarlo sé que es cosa de tiempo. En algún momento llegará el día donde no seas todos los girasoles, ni todos los besos. Donde mi nombre deje de sentirse solo cuando no está contigo. Cuando pierdas el poder de ser de todas las esperanzas, la mía. 

Verás, dentro del alma hay espacios que por ratos amanecen, que creen que el sol levanta sobre la montaña y la noche vuelve y sigue y vuelve. Dentro del dolor del alma, sé que ya no eres más que las ganas de llorar en los pasillos que huelen a orine y a cáscaras de naranja y que si quiero correr, es porque he perdido las ganas de imaginar la vida.

Simple como eso, la vida era tu nombre. Amable como eso, la alegría eran tus labios. Terrible como esto, lo que queda es lo que dejaste. Este manojo de sangre, vísceras y huesos que buscan reencontrarse.

Cuando paso por la calle hasta los perros recuerdan que iba de tu mano. Cuando escucho las voces hasta los mudos me preguntan por ti. Cuando duele el alma veo tu rostro moreno, redondo y feliz, y de nuevo, volteo y me veo, pálida, fría y sin ti.

Cuando el alma duele como los violines rotos regresa este nudo a la garganta, esta sensación de que un pan me atora y me corta el habla. Cuando esas cosas pasan, miro la silla de al lado, veo la mesa, la taza de café, veo mi carro, veo mi mano y todas siguen sin ti.

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