viernes, 3 de mayo de 2013

Venezuela bajo la opinión tergiversada


Hace menos de un mes, la Asamblea Nacional francesa fue el centro de una gran pelea. La derecha en una de sus agrupaciones más extremas atacó fuertemente a la Garde des Sceaux, que es para resumirlo la Ministra del Interior francesa. Aquello porque ante la tamaña discusión de reconocer –o no- el derecho al matrimonio de los homosexuales y de las lesbianas, la bancada de la UMP no aguantaba tener que resistir que aquella señora que decía el porqué fuese mujer y negra. Sin embargo, la noticia pasó sin pena ni gloria y la mayor parte de los que la conocemos somos asiduos lectores de la Prensa francesa.


Propia de la lucha libre mexicana fue la escena en la Asamblea Nacional venezolana pero aquello no se quedó como los sillazos más celebres que se han lanzado en Ingleterra o los furiosos insultos de otros parlamentos en un video de youtube que la gente mira para reír, sino que es llevado a toda la prensa para crear indignación local y ruido internacional.


Al respecto, por debajo del humo de la risa incómoda, de la indignación individual, del outch colectivo, se mueven cosas mucho más tenebrosas, algunas que resumió de manera magistral Carolina Chávez cuando recuerda que muchas mamás convencidas que tenían que luchar por una libertad que no perdieron lloran hoy las vidas y los hijos que ya no están, que ya no viven.


Ese es el escenario de Siria, de Libia, de Irak o de Afganistán donde se han sucedido las peores guerras de los últimos tiempos pero para lograrlas, para que pasaran con el consentimiento de los pueblos europeos y norteamericanos, primero fue necesario crear la sensación que eran guerras justas, que los bombardeos de esos pueblos eran necesarios para garantizar la libertad, la igualdad, la fraternidad.


En consecuencia, antes de lanzar la primera bomba real se crearon escenarios con cámaras en esos pueblos que se enviaron a todas las cadenas internacionales donde aparecieron no como el vecino, no como una gente normal que lucha por vivir y que come tres veces al día sino como unos seres extraños que perdieron la razón, que no se parecen a ellos que son demócratas, cristianos o ateos, científicos y serios.


Eso no lo invento yo, eso lo demuestra Serge Halimi junto con Dominique Vidal  y Henri Maler en su obra “La opinión, ca se travaille” pero ese libro se queda tomando polvo y críticas en Francia porque el estudio de los medios se hace allá y se censura y licúa antes de llegar acá.

Vale la pena hablar de esos nombres, de los cuales tan solo conocemos el de Serge Halimi si hemos seguido Le Monde Diplomatique porque él conoce bien el proceso de prender la cámara y usar eufemismos, que generan sangre y hambre. Los conoce porque es un indignado del medio y se pregunta, contra quién ladran los perros de la de la democracia mediática.

Casualmente hoy se celebra el día de la Libertad de Prensa, cosa que es endiosada en el folleto que define la democracia pero cuidado, en el Sur y en el Norte, al igual que para Occidente y el Oriente, la prensa no es lo mismo y la democracia no es lo mismo.
Primero porque en el Norte se habla de una Libertad de Prensa que se desarrolla dentro de un marco de normas que indica que se puede y que no se puede hacer, un buen ejemplo serían los Manuales de Comportamiento que rigen la Televisión en Francia o tomar la noticia del día de cómo en Estados Unidos se condena a un joven que arremetió desde Facebook contra Barack Obama.

La Corte Europea de Derechos del Hombre ha dictado también todo un catalogo de sentencias indicando que cosas no son amparadas por la libertad de prensa, como su célebre sentencia en la que indica que la Princesa de Mónaco tiene derecho a la intimidad y las revistas españolas, el deber de respetarla.

La hoja de la Libertad de Expresión en las Américas, es una hoja roja. Se llena de nombres de periodistas asesinados en México y en Colombia y es la historia del candado que ha callado a las Radios con la llegada de las dictaduras, siendo para el tema un ejemplo paradigmático, el de Honduras.

Pero, cuando llega la frase “Libertad de Opinión” al punto del Caribe donde queda Venezuela, el asunto es una mesa de negocios, esa mismita que lleva al periodismo de investigación a su jubilación frente a las Misses que ahora ocupan las pantallas leyendo con telepronters datos que no entienden, sobre ciudades que no conocen y con muertos que no les duelen.

Pues hay sobre la opinión datos interesantes como la coincidencia de los nombres entre los dueños de los grandes canales y los productores de armas y también que aquella se hace para convencer a la gente sobre cosas que entiende de cosas que no conoce.

¿Qué es la opinión pública? ¿Qué es ese humo que se escribe cuando se repite incesantemente en España la palabra Venezuela? Giovanni Sartori recuerda que se dice que la democracia es un proceso político de opiniones porque no se le reconoce ni se trabaja para que los colectivos tengan ideas y posturas, sólo un dibujo aproximativo, que es una opinión.

Yo opino lo que no sé, lo que no estoy segura de saber. Pero esa opinión no se construye porque se sume lo que yo sé con lo que mi vecino imagina, sino por lo que repiten algunos que saben cómo son las cosas y sobretodo que dibujan como quieren que sean las cosas.

Para crear esa opinión favorable afuera se habla innumerables veces sobre las cosas que alguien dice que pasa adentro y se callan adentro, las cosas que pasan afuera. Así, alguno que conoce el sistema electoral norteamericano tiene una melcocha en la cabeza sobre cómo son las elecciones en Venezuela, y alguien que vive en Venezuela cree que el Estado de bienestar pasa su época dorada con la Sra. Merkel en Alemania.
¿Cuánta gente hoy come basura en Madrid?, ¿cuántos presos políticos hay por defender el derecho a la educación en Chile?, ¿quién lanzó una bomba en un maratón en Boston?, ¿qué pasó con los ahorros de la gente en Chipre?

En esta línea queda el silencio que no hemos sabido romper. ¿Cómo se transforma la sociedad del Miss Venezuela y la novela de las ocho en una sociedad de lectores, de críticos, de informados? ¿Cómo se induce a la gente en el dolor y en la alegría de lo propio y de lo ajeno?

Luego, ¿cuántas cosas han cambiado en Venezuela, cuántos derechos nuevos tenemos, cómo usarlos, porqué usarlos, cómo se es participativamente, protagónicamente democrático?

En esta línea vuelve el silencio. Al igual que lo que pasa en la lucha asimétrica que mantenemos con los medios de comunicación, si los nuestros sólo los vemos nosotros, los otros nos ven en permanencia, nos catalogan, nos enumeran.

Quisiera sobre esa línea tomar la palabra, la del horror de descubrir páginas web que nos clasifican, que nos fotografían, que nos publican.

La de la discusión en múltiples oportunidades con gente que cree que vivimos con derechos porque estos nacieron de forma natural como obligación del gobierno o legado del tiempo. Eso es mentira.

La de la total indiferencia, la que cree que es lo mismo Caracas que Bagdad y que es lo mismo morir por una idea que por un coletazo de la violencia del narcotráfico.

Esa indiferencia que es la que se trabaja y se pule en los medios es aquella que se fue perfeccionando sobre una sistematización de los rumores, un complejo sistema de informaciones sin fuentes y que hoy cambia, el documental por el video de youtube, el periódico por la portada del Twitter.

¿Cuál es el miedo? ¿Cuál es el silencio? Un mundo lleno de pantallas que tan sólo se usan para aumentar las distancias. Somos seres raros, un poco utópicos que andamos por los trópicos defendiendo libertades que se pintan en Europa como una faceta superada de un nacionalismo vengativo.

Un nacionalismo vengativo como es la religiosidad de los musulmanes.

Ellos, un mundo de trenes que andan a la perfección, de noches frías bajo la sombra de la torre Eiffel o de las Cibeles, un Museo de la Paz constituido en la Haya, una justicia pronta y eficiente, el mundo que ellos defienden pero cuidado, sólo para ellos.

Los periódicos que aquí no llegan cuentan del racismo creciente y de un pueblo nacionalista, caribeño, ¿bananero?

Los periódicos que aquí se leen hablan en zigzag sobre las cosas que pasan hacen yagas y le meten el dedo, olvidan las normas de la convivencia, como dijo Pablo Neruda cuando lo hicieron en Chile borran las normas no escritas de la convivencia política.

Pero lo más terrible no es el ahora sino lo que ocurre después, los países ya rotos, ya dominados, ya partidos en dos como Sudán, ya dominados como Afganistán, ya destruidos como Libia pasan de la portada a la nota marginal.

Hoy el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados declara alarmante el crecimiento del número de refugiados en Burkina Faso y condena el aumento de la desnutrición y de la malaria adentro de esos campos…

Hoy, los registros sanitarios hablan de miles de casos de cáncer y de malformaciones en los países que al parecer tenían las bombas químicas con los que los europeos y los estadounidenses les dieron a la libertad y la democracia, la bienvenida.

1 comentario:

  1. Hace poco te sigo en Twitter y debo decir que me gusta mucho como escribes y la forma en la que das tu opinión y para mi todo lo que actualmente es mal llamado trabajo periodístico y que según algunos es su "verdad" es solo un negocio para dividirnos en Target's y así poder vendernos hasta las ideas...

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