viernes, 3 de mayo de 2013

A desalambrar: Presunción y realidad


            No todo en el derecho se da en el plano de la igualdad, existen personas que mantienen con la colectividad una relación jerárquica, en la que existen privilegios. Por eso, éstas personas pueden reglamentar, ordenar, disponer e incluso limitar derechos y esto porque se los permite la ley.

            Esas personas, son los sujetos de derecho público, el Estado en el sentido más amplio y tiene estos poderes para la sociedad sea democrática, es decir, que lo general y lo mayoritario prive sobre los intereses individuales. 

            Las Ciencias Sociales han trabajado en explicar porqué es así, afirmando que la humanidad se hace en el espacio colectivo,  y que el individuo para satisfacer todas sus necesidades necesita del otro y entre ellos es necesario el derecho.

            Ese conjunto de normas permite que la gente pueda vivir en paz, teniendo conocimiento de lo permitido y de lo prohibido, se impone tanto al Estado que lo crea y que lo aplica como a los ciudadanos y ciudadanas de la colectividad de la que se trate.

            Por ello, es que todo lo que hace el Estado, que actúa a través del Presidente, de los Ministros y Ministras y de los funcionarios y funcionarias goza de una presunción de legalidad, de validez y de legitimidad que tan sólo se cae cuando se han ejercido los recursos, seguido los procedimientos y llegado por la vía de la Administración o de los Tribunales a una decisión que determine lo contrario.

            La presunción de legalidad es también un atributo de toda decisión dictada por el Consejo Nacional Electoral, como cara visible del Poder Electoral y por ello, todo lo que hace es legítimo salvo que seguido todo el procedimiento se demuestre lo contrario.

            La subordinación, es decir, la capacidad que tiene el Estado de imponerse incluso sobre la voluntad del ciudadano o de la ciudadana para preservar el bien común y en específico, la voluntad popular actúa también en este campo y esto no es ni compleja ni teórica. 

            Al buscar un ejemplo sencillo veremos que las reglas del juego en sociedad son en lo esencial siempre las mismas. Por ejemplo, si yo soy acusada de un delito y se sigue un juicio y se me condena, la sentencia se ejecuta incluso si yo me opongo a ella. Me quedan los recursos ante los Tribunales de más jerarquía y hasta tanto mi condena sigue en pie, y sólo si, el procedimiento fue incumplido o mis derechos vulnerados, aquella cambiará. Lo mismo ocurre, para todos y todas, en materia electoral, conservando la misma regla todos los países cuyo derecho se corresponde con el pensamiento occidental.
Caracas
@anicrisbracho

Este artículo de A Desalambrar no apareció en el Correo del Orinoco.

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