lunes, 30 de junio de 2014

[A Desalambrar] Superar la Primera Crítica

¡Me disculparan! Yo no tengo sobre lo económico más visión que la que genera un mercado donde alguien parece divertirse en decir “¿ahora qué les quito para aumentar el desespero?” pero donde la gente viaja en aviones repletos, hace colas para comprar ropa importada y artefactos de lujo. En ese sentido, mis intenciones son precisamente alejarme de la silla donde todos ahora se miran criticándose y apuntándose para traerles al campo de las cosas que han sido y exponerme a ser tachada de utópica.

Para eso podemos mirar las cosas que nos rodean: ciudades con edificios dignos, cosas que fuimos haciendo y que nos estaban vetadas: teléfonos, lácteos, libros, proyectos espaciales.
Podemos mirar las cosas que nos faltan: independencia alimentaria, soberanía tecnológica, excelencia y universalidad en todos los eslabones del sistema de salud, y, debemos mirar lo que nos amenaza: siete bases militares en Colombia, una guerra fratricida, una invasión, la rendición por desmoronamiento, el cansancio y el olvido.

Para eso podemos mirar quiénes nos adversan, con sus alianzas obvias con sus referentes a Ucrania y Tailandia, con su noticiero desde Atlanta, con el silencio sobre las banderas nazis surcando los cielos y los edificios en los que se calcina el Estado de bienestar europeo.

Esas cosas son las que me inspiran a escribir como quien reclama y exige que defendamos la posibilidad de seguir teniendo sueños o es qué a caso alguien ha olvidado la vida del barril petrolero a centavos de dólar, la seductora complicidad con la que se entregaron las compañías nacionales y las riquezas de los suelos.
¿Alguien ha olvidado que fue la vida misma del comandante Hugo Chávez, con errores y aciertos, el precio que se pagó por no detener el intento?

Por eso da tristeza el ver que se llenan cuadernos y periódicos de “haladas de pelos” en vez de leer propuestas serias a cómo hacer frente de vida contra la muerte. Por eso, una suspira y entiende, en esto es que va el deber de la crítica oportuna, los gritos de “¡Comuna o nada!”, “…contraloría social”, “…irreverencia en la discusión y lealtad en la acción”.

Por ello, debemos temer en primer lugar el enemigo que llevamos dentro. No dentro de las filas sino dentro del cuerpo. Combatir el error con propósito de enmienda. Entender la humanidad y sus pasiones. No dedicarnos a fusilarnos ni a perdonarnos sin pensar. Tomar el viaje del pasado y soportar el presente con la certeza de que somos la muestra que algún científico del mal quiere hacer estallar.

Por eso, yo les invito a este debate en el que sabemos que toda queja no es una crítica y que la verdadera crítica es el hacer por encima de las dificultades, porque es verdad que no hay justicia con impunidad pero tampoco hay Revolución sin resistencia.
@anicrisbracho

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