lunes, 3 de marzo de 2014

Retando al amor



Como el sabor de s cascaras de naranja, como el humito que suelta la cafetera, como la parte quemada de la arepa, este tiempo tiene un amargo sin pausa ni escondite. 

Hay un turno cuando ya no nos quedan ganas de culpar a nadie por ser nosotros mismos, donde todo parece recordar que en todas las camisas de once varas que entramos, decidimos entrar.

Entonces, la vida es como la de un gato que no consigue bajar del árbol, entre temer quedarse sola y repetir los ciclos. De modo que, se proyectan los recuerdos y atemorizan los proyectos.

¡Tantas veces las frases fueron galopando de un saludo a un te quiero a un te amo hasta el dolor que, para tanta risa y protocolo sólo me queda un “mejor no”! Pero ¿cuánto tiempo? ¿Cuantas veces una puede quedarse con el mejor no?, y luego ¿cómo se diluye el sentimiento de estar condenada al pasillo de los leprosos?

¿Y luego qué? ¿cuál es la herramienta que borra las ojeras que deja la ansiedad? ¡Tantas veces pensando lo mismo! ¡Ya nada alegra igual! Ya hace rato que los libritos parecen todos tener las mismas frases fáciles y ninguna sirve. Ni siquiera las más crueles aquellas que llevan a dibujar que sólo haciéndose la casi muerta, la total sumisa, una lleva algún tipo de oportunidad.

¿Qué es una oportunidad? Conozco más de diez candidatos para tenerme y ninguno para amarme. Quemé ya todos los cartuchos del estar por estar, del con trabajo y fe mejoraremos.Al rato la falta de amor hace que toda su socialización me dé un poco de asco. No quiero la foto, ni la visita, ni la cena. Quiero la foto, la visita, la cena en una compañía que no viva triste arrastrando los pies como dedos sobre la agenda.

¿Qué es el directorio lleno de nombres? ¿qué es el no dormir de vez en cuando? ¿qué es el chasquido que se cuela de escuchar decir, lo que dices es lo último que dice una mujer soltera? ¿Es eso cierto? ¿Es realmente un ciclo predeterminado ¿Una va como quien avanza en un tren hasta que llega a la estación determinada, sin poder dormir ni despertarse en medio del recorrido?

¿Una a estas alturas debe reproducir el baile de quinceañera? ¿Lucir encantadora en los momentos irrelevantes? ¿Seguir el manual de la señorita se quiere casar, o puede dar rienda suelta a la tamaña personalidad que le dio la vida? Eso. Ser del tamaño de la personalidad que una tiene, con sus colores y sombras sin que deje de ser el impuesto a la felicidad con todo e intereses moratorios, es quizás el centro de las demandas.

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