jueves, 5 de septiembre de 2013

Llega una hora no es fija pero nunca falla donde siento que me asfixio. Por ratos creo que te recuerdo a ti, por ratos caigo en cuenta que recuerdo lo que quise contigo. Siempre por ese rato olvido lo que se complicó, lo que se manchó, el silencio y los gritos. Ese rato es una hora amarga como la concha de una naranja.

Llega una hora no es fija pero suele ser de mañana donde pienso que te he olvidado. Donde pinto con las manos ilusiones de seguir andando, donde recuerdo tanto dolor que albergo, los ojos oscuros de mi papá llamándome a su barco, las consignas de un país que he habitado, las voces tan queridas que se han callado….

Llegará un día que no tendrá hora donde ya no dolerás tanto. Perdonaré haberte perdonado, Entenderé haberte soltado, recordaré que me soltaste de cansancio, de tenerle miedo a mi metro y medio, a mis kilómetros de ganas, a mi bitácora de hice y quiero hacer. A mi mudadera tras un globo aerostático.

Llegará una hora que tenga un día donde me reencuentre con el ser de esperanza que rompiste y dejará de doler y no querré correr a tu encuentro y no querré gritarte, no volveré a necesitarte.

Llegará entonces el ya no hay un hasta entonces y podré seguir.

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