jueves, 12 de septiembre de 2013

El día de dar las gracias.
EL Thanksgiving es una fiesta culturalmente alejada de nosotros, detrás de ella hay cuentos de indios y colonos, sujetados en la figura de un pavo. Es obvio entonces que no me refiero a ella. Me refiero a un día de septiembre donde doy gracias por muchas cosas. Gracias a los médicos que operaron a mi papá y gracias por mi papá. Gracias por la idea de amor que de él aprendí, esa que me da ganas de quedarme durmiendo en el piso para no soltarle la mano. Así, él me crio, sin soltarme un solo dedo, una sola mano. Gracias por la amistad que viene en combos de Burger King y en abrazos de padrinos, en mensajes de textos, en primos que llegan de sorpresa. Gracias por la fuerza que me va aglutinando a mi hermana para inventarnos cómo hacer que ellos, unidos en la vida, unidos en matrimonio y unidos en nosotras, estén mejor. Por eso, esta historia de Thanksgiving es a lo venezolano y en una sala de clínica. Incluye oraciones evangélicas, rosarios católicos, familias y amigos. Así, gracias por sentir el Mateo: 18 que enseña “donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”

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