viernes, 7 de diciembre de 2012

Un nuevo ser y una crisis de zapatos.

Los puntos cardinales son los brazos del muñequito del libro de primer o segundo grado, hasta allí llego. Para llegar de mi casa a la Universidad, la primera vez que saqué mi carro me tardé mas de una hora y eran menos de tres cuadras. Cuando una a eso le suma que se mudó de ciudad puede imaginar que más de una vez llegarás a Altamira cuando ibas a Caricuao, o a la Guaira cuando ibas a Guatire. Por eso, consciente de mi discapacidad, opté por gastar el cupo Cadivi en una muleta mental: un pequeño GPS que está la mar de mono, aunque para subirle a la ironía me perdí para ir a buscarlo. Con un poco de temor de que sea muy visible desde afuera ya logro llegar a casa y al trabajo obviando el terror de ser comida por alguna de las autopistas pero con el defecto que me recuerden que paso mas tiempo detenida que en desplazamiento, pero de a poco, le da un tanto de divertido al trauma diario.

El segundo trauma irrelevante en estos días es que el año 2012, ha sido un año traumático desde el punto de vista de los zapatos, pues colectivamente se han puesto en huelga y termino el año casi descalza y llegando a la realidad de no tener con qué vestir los pies para salir, trabajar o relajarme, me di la ilusión que podría encontrar zapatos "buenos, bonitos y baratos".  Sufriendo el choque emocional que significa que un zapato bueno no sea bonito, y que un zapato barato no existe. Porque todo agarra del 400 en ascenso, llegando los primeros catalogables como buenos a sumas de terror de mil o dos mil bolívares... Un llamado a quien sea que tenga que dar respuesta a eso sería conveniente, porque allí también se marchita el anhelo de la vida glamorosa de la soltera profesional venida a comerse la gran ciudad.

1 comentario:

  1. anita bella comparto total, pero peor... dado que en un mismo contexto no tengo carro ni soy soltera muaaaa

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