Miré a mi alrededor. Los cuentos d casadas de mis amigas me atormentaban tanto o más que mi propia solteria, que ésta amarga sensación de perder la vida volando desiertos en un globo aeroestatico que bota su carga. Ni las casadas viven el american dream con vestidos a la rodilla y caballeros, ni las solteras el glamoroso mundo de libertad y abundancia. Más que el elenco de Desesperates Housewifes todo sonaba a novelas sin nombre, de descontentos de parejas y desconfianzas en las vecinas.
Un poco a lo sabina era el cuadro mientras el más incapaz ahora es juez y yo a mis veintitantos sigo en la elipse de los intentos, con tan poco entendimiento que ya ni explico, cansada de intentos de estrellas y con más ganas de estabilidad y de leer.
¿Sabes hace cuánto no lees?, ¿sabes hace cuánto no escribes? con los días parece un camino sin retorno. Poco sana la herida con comentarios sí el alma está tejida de palabras de las que he olvidado el significado. Por eso siento que me borro, que me difumino, que nunca he existido...
¿existimos para casarnos?, ¿desaparecemos al casarnos? ¿perfeccionamos el maquillaje por miedo a perder el rostro o para simular las sonrisas que no existen? ¿recuperaremos la alegría?
Al rato hui de la escena mirando el lago, hace tanto que ni siento que dejemoslo en gentil mueca y nota de condolencia.
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