jueves, 10 de octubre de 2013

Visita


Dice Binder que después que condenan a una persona a la cárcel la sociedad los mete en un depósito a esperar que dejen de ser ellos, tratándolos como si ya no fuesen personas y esperando que algún tipo de magia los conviertan en algo mejor que lo que nunca han sido. Pero también la historia de la cárcel es la historia de nuestra incomprensión. Creemos que hay reglas mínimas y cuando no se cumplen entramos en problemas con esos seres indeseables que atentan contra nosotros y contra ellos, y entonces, necesitamos una especie de satélite en un espacio lejano en el que no molesten, en el que no se vean, en el que no contaminen. Ese espacio, a algunos kilómetros de nosotros no es sino el punto más complejo de nuestra propia sociedad.

¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal? Eso no se contesta cuando uno pisa una cárcel. ¿qué es el poder? ¿qué es la desgracia? ¿Cómo se cruzan en un minuto millones de desgracias? Eso es más fácil de ver. La desgracia de la víctima y del victimario, la muerte que se manifiesta llevándose a alguien y dejando a alguien bajo el poder que se desdibuja y pasa a ser eso, sólo poder.

¿qué relación hay entre la belleza y el narcotráfico? Hoy es un buen día para hablar de esto, es noche de Miss Venezuela: hoy en Venezuela se consolidan los estereotipos de género, alguien dice que para ser mujer se necesita un cuerpo que sólo se obtiene en quirófanos a los que se accede con dinero sin preguntar de dónde viene, cómo fluye el dinero.

Amontonadas casi incapaces de entender ellas mismas donde estaban, rozando apenas los veinte años, con potencial para ser algo o alguien, en una esquina habían unas diez secuestradoras. Confesas o por juzgar, sus caras eran la de la vecina, la de la hija de la señora del frente, clase media, pelos arreglados, uñas a colores intercalados, y su historia, casi la misma “fue un cuento de dinero fácil”.

¿qué demonios es el asunto del dinero fácil? Entiendo en carne propia que estudiar hasta el amanecer para trabajar de sol a sol, para intentar sobrevivir no es un cuento seductor pero, qué se esconde, que se filtra, que se descubre en esa historia que le arrebató la vida en un momento a la víctima y a su captora, por historia de un par de billetes “que compran lolas”.

¿Cómo es la explicación de la manzana, Adán y Eva y la serpiente en los cuentos de droga? ¿quién “planta”, quien “siembra”, quién trafica, quién gana?

Más allá de las retóricas, de lo mismo repetir, entrar a una cárcel es ver cosas que cambiaron pero los mismos nudos. Cuando una se acerca a aquellos lugares a una le invade el miedo. Llevar lo menos, aclarar protocolos pero cuando una sale el asunto es más complejo, tras interrogarse si cumplió más con el deber cristiano de tratar a cada una como si llevase al Cristo pobre dentro que con el del rol de las visitas oficiales, una se lleva a la casa algunas tristezas y otros temas de filosofía “cotidianizada”
¡Que extraña palabra es “justicia”! Significa cosas distintas en virtud de la boca que la usa. Es cierto, la escuché mil veces en la cárcel pero la escuché millones de veces en los Tribunales. ¡Que cosa tan extraña es nuestra neurosis colectiva! A uno de “mis” abogados, siempre obsesionado por cuidar su camioneta, de esos que andan armados siempre listos a disparar “si alguien me la quiere quitar” se le “mojó el guarapo” y venía de regreso rogando “justicia y libertad” para las secuestradoras y las inofensivas ho

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