Creo que mi
pelea ha tenido fechas. Mi primera pelea de sangre fue junio del 2010. Contra
todos mis conjuros, pese a haber jugado al tiempo y con los símbolos partió
cuando yo estaba lejos mi gocha. Creo que fue mi primera visión directa y
siniestra de la muerte. Antes había muerto gente pero nunca había sido
arrancado de mis días con tal dolor un ser de luz. Mi pelea con la esperanza,
de romper la voz de risa que ella era resucitó en junio del 2011.
Chávez no
era un presidente cualquiera para nosotros. Nosotros éramos un colectivo
incierto que habíamos nacido de su esperanza. Ruidosos los días de la primera
infancia leímos una Constitución antes de leer la Biblia. Antes de mudar el
cuerpo habíamos acordado escribir el nombre de Bolívar en la frente y seguir el
paso. Todo el camino era defenderlo a él que con un grito de “Azufre”, con un “por
ahora”, con un “tenemos Patria” pudo defendernos. Mi segunda pelea a mordiscos
con la esperanza fue el ocho de diciembre mientras retumbaba Caracas, mientras la
navidad se volvía un limbo de tristezas con algunos pequeños parches.
Al día de
hoy mi esperanza ya nada espera y la alegría se desespera. Por eso al ruido de
los rumores, de las maldiciones lanzadas detrás de mi silla por quienes viven
del lamento eterno que no es otra cosa que el odio histórico, me rebelo triste
y entiendo, que se puede resistir incluso en crisis de esperanza.
Con ella
aguanto los vendavales que afirman que nunca he tenido más errores de sintaxis.
La luz de mis incomodidades mengua cuando me juego la supervivencia. La juventud
entregada es ahora un manojo de cansancio de puntos suspensivos.
Hace algún
tiempo que ando peleada con el amor.
Creo que mi
pelea se fijó el día que no volviste. Creo que se perdió en las idas donde el
amar es pan de hoy sin proyecciones y donde el mañana se anuncia más solo que
el mientras tanto. Ahora aborrezco los matrimonios que son tan sólo presagios
de divorcio y fotos con las que escupirme la cara.
Hace algún
tiempo que ando peleada con la compañía.
Creo que mi
pelea se dio cuando los amigos migraron y se reservaron la cita de los
cumpleaños.
Hace algún
tiempo que ya no soy yo.
Creo que
esta carta es mi manera de pedir ayuda para no decir adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario