Sobre la vagancia y otros males.
Los que sigan mi columna esta
semana encontrarán un artículo sobre la inamovilidad. Por convicción política,
postura ética y argumentos jurídicos creo en el derecho al trabajo como eje
para el goce de la vida digna, y en la defensa de trabajadores y trabajadoras,
que siguen sufriendo la debilidad de no poseer bienes de fortuna. Todo aquello
lo confieso, lo rezo, lo creo. Pero no dejan de pasar aquellas situaciones
donde una se encuentra sentada ante las contradicciones y relatividades del
cuento.
Pues una cosa es, una relación
donde han de garantizarse derechos y otra, el arrenguindarse de la protección
para gozar de una especie de beca, de espacio ilimitado del hacer “lo que me dé la gana” y contribuir así a la corrupción
que gangrena los gobiernos modernos.
¿Presunción de debilidad y
derecho a la protección vs. Vicios y realidad? Cómo se garantiza la calidad del
trabajo en una sociedad que se confiesa socialista? Aclaro que no creo ni en la
meritocracia de la Cuarta, que es una garantía de continuidad de privilegios, ni en lecturas sobre eficacia mecánica u orden militar.
Pero creo, que algo debe poder
hacerse. Lo creo rodeada de muebles humanos que llenan mi espacio de trabajo y
que me reciben a portazos cuando sus labores tocan mis intereses y derechos. Lo
creo ante el desempleo de compañeros y compañeras que se jugarían la vida por
una oportunidad.
Los Programas de la Patria, tanto
el que muere como el que viene dedican sendos capítulos al tema de la ética
socialista, pero cómo se inocula aquello, a quién le entra aquello?. ¿Sólo
yo considero relevante ideológica y
políticamente el proceso de desconexión de los ideales y de negación de los intereses de clase que
surge cuando la gente le agarra el gustico a puestos de privilegiados?.
Bastante como para escribir una
canción de buena fe. Un poco para sazonar el ambiente de promesas de
un nuevo año. No lo sé. Sólo miedo a
dejarme tragar…Impotencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario