Antes de continuar borrachos de entusiasmo y de creer que con las lupas y los números, con finalmente cambiar el lema terrible de las calles y el mito de la diferencia, el momento en el Zulia, desde su ombligo y en su relación con el país es el momento para dibujarnos lo que somos y la profundidad del compromiso.
Yo no pretendo hacer líneas detalladas de lo que particularmente considero que debe hacerse en la gobernación pero si recoger imágenes y voces que dejaron pobladas de desconcierto y tristeza. Desde el corazón que late con el Zulia y su historia, creo que todos queremos mucho más que un nuevo maquillaje de las mismas cosas, y sentimos como deber urgente desmitificar y redimensionar personajes, lugares, luchas.
Nuestro Jesús Enrique Losada exige no sólo un cambio de orientación de la política de becas sino una orientación que suene a los versos del maestro, que recoja un ideal de justicia que supo rozar todas las áreas y que hizo vida fecunda en el derecho.
Nuestra María Calcaño como cientos de mujeres que fueron calladas por una sociedad atrasada, condenada a la superficialidad, estructurada sobre el machismo y la discriminación. Creo en éste tema firmemente que es necesario escuchar a Morelis Gonzalo y Ana Esther Ferrer y a otros tantos que exigen de inmediato y sin excusas que la Biblioteca vuelva a su denominación original y pienso que ha de saber extenderse y sembrarse fuera de sus paredes de mausoleo y de centro de encuentro de algunos para el desencuentro de muchos.
Nuestro Miguel Ángel Yusayu como los versos de la Guajira, y los guajiros y las guajiras como entramado de una sociedad que pese a su fanfarrona modernidad discrimina, condena y excluye. Es en este tema, en el tema indígena que pese a reconocerme alijuna pienso que tenemos las más bochornosas de las deudas, pues nada ni nadie, ha sabido explicarme cómo, de dónde, ni por qué siguen apareciendo día a día niños y niñas indígenas mendigando por Panorama o por las bombas de gasolina.
No me atrevo a hacer la lista de los nombres de los amigos, de las amigas por las cuáles el asunto de la policía no es un tema que se llene cambiando uniformes ni patrullando un poco más. Es quizás ésta una de las primeras alegrías y una de las más profundas esperanzas en la nueva gestión regional: la policía asesina, descuidada, cómplice, corrupta y corruptora que instauró Manuel Rosales ha de pasar a las páginas oscuras que no hemos de olvidar pero que no podemos seguir viviendo.
En ese sentido creo que los compañeros y las compañeras tienen un reto inmenso porque estarán en permanencia sobre la línea de la escasez de los recursos y de la propia escasez y como dice Silvio Rodríguez con demasiadas sillas que los inviten a parar, y no podrán darse el lujo de actuaciones poco profundas o gatopardianas.
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