Yo no vengo buscando nada.
Nada traigo ni confieso tan sólo me quedo arreguindada
Del borde de los sueños como se cuelgan las hojas que se niegan
A la gravedad, al otoño, a la sequía.
Yo no vengo para justificarme
Cuando murió Nelly dejé de entender el cáncer,
Cuando siguió manchando gente, comencé a odiarlo
Y como las cosas que son parte de la vida,
No me quedó nada sino la impotencia de la ciencia médica
Con teoremas y anatomías y pocas garantías.
Cuando Chávez enfermó
Yo recorrí los bosques húmedos
Los miedos profundos,
Los juramentos.
Juré por todas las cosas a cambio de un milagro.
Juré por todas las cosas a cambio de la esperanza.
Juré por todas las cosas a cambio de un retroceso.
Cuando el cáncer volvió,
Cuando ya pisaba el cuerpo de Rebeca,
Cuando los obeliscos del dolor se perdían
En el deber seguir por seguir siguiendo,
Cuando las miradas se hacían extrañas
Y los ruidos perversos,
Cuando el cáncer volvió,
Inventé un nuevo trueque,
Miedo por esperanza,
Mi fuerza por estrellas,
Mi fuerza por el impulso de su alma,
Pero no pude evitar sufrir de golpes
en violenta permanencia
Pero no pude evitar sufrir de golpes
en violenta permanencia
Mi incomprensión de sus batallas.
Cuando la ciudad se cierra
Sobre los cielos que cuentan
Cuando los versos son esquivos
Cuando cumplen años muertos los amigos vivos,
Cuando el poema de Lydda es tan cercano como su risa,
Cuando soy más poeta que otra cosa y menos cosa que cualquiera.
Cuando quiero robarme su genialidad
Y gritar que no me basta con ser huera mujer
Ni florero chino, ni globo de los deseos.
Cuando poco queda más que un verso tonto
Cuando quisiera la imagen de la fotografía
Cuando escucho por dentro la profundidad de la guitarra
Cuando quiero ganarle la apuesta
Al deber de seguir el movimiento
De las pautas marcadas por la sociedad
Y sus rutinas.
Cuando se escuchan lejos los tiros huecos
De los asesinos en serie y la soledad que alucina
Cuando se apuesta por escenarios pesados
Yo sigo aquí aireando mi esquina.
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