jueves, 7 de febrero de 2013

Esa extraña ciencia de la economía


Existen muchas causas por la cual no me gusta hablar de economía, en especial porque al escuchar proyecciones suele contraerse mi estomago y se me acelera el corazón. El asunto es complejo y cada vez que un economista habla el asunto es dar vueltas sobre cómo llenarnos de cosas que nos limitan la vida. Además son tan parcializadas sus visiones que todos se pretenden objetivos.
Mi experticia que no es mucho mayor a haber sido satisfactorio mi desempeño en el estudio de sus fundamentos y en la asistencia regular a los mercados, y las complicaciones nuevas como pagos de seguros y de intereses de tarjetas que son instrumentos para el autoconsumo que lleva a quedar de puntitas en la línea del desespero.
Mi deseo es un botón que los silencie, tan llenos de cosas de decir como carentes de acciones. La economía me resulta una bolsa de predicciones sobre especulaciones. ¿Predicciones sobre especulaciones? Pues si, tan poco importante y relevante como eso.
Mis impresiones entonces tan burdas, son mi incomprensión de la relación entre el monto que me depositan de cestatickets, lo que dice el banco central y lo que dice el panadero, donde siempre sale sacrificada mi cuenta de ahorros.
Desde ésta óptica me he comido a mordidas, literalmente, lo que debería ser mi ingreso para vacaciones, que una las ve, hasta el día que las pagan, como un baño de arena cubierta de un fantástico sombrero de alas anchas y que la se diluyen en pagos eternos.
En eso es que se desliza el lápiz en el día tan banal que he tenido, pues si poco entiendo aquello menos entiendo quiénes se endeudan comprando a tres veces el precio, lo que fue calculado a varias veces su valor, a los vendedores y vendedoras de pasillo de oficina.
“te vendo el traje de baños que usaron las Misses”, “te vendo una tableta que da patadas”, “te vendo un pase a una fiesta de la oficina” todo al módico precio de dos veces –o tres- lo que cuesta.
Yo, sólo miro sin profundidades la caída de la cuenta, la rabieta con la aseguradora, la promesa de pago que no ha sido. Yo sólo miro, boff, la economía como ciencia del espanto y del alboroto.
Al final de mi nota cadivi no ha aumentado las divisas, ni el gobierno la gasolina y todo ya cuesta el doble de lo que costaba a la primera letra. La guerra a la especulación me suena a un chiste o a una tragedia y añado mis deseos a los que andan en ese tema.
Fin de nota.
Sin nada que aportar.

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