Nací como nacen las causas,
De la disconformidad, del hastío del ciclo interminable
Del cansancio acumulado bajo los ojos,
De negarme a cubrir los tiempos con el mismo polvo.
De preguntarme qué y cómo
Para no tener que responder el hasta cuándo.
De gritar en el silencio,
Del estar cansada de estar cansada,
De las calles que no llevan a ninguna parte.
Había llegado persiguiendo globos
Convencida que el entusiasmo militante construía
Cambiaba el pan a medio roer, la casa sin techo.
Había llegado a esta playa de metros de cables
De almas sostenidas sobre puntas de los pies,
Me había jugado la seguridad, el confort,
El amor,
Por intentar seguir los ecos de los sueños.
Pero había muerto en horarios de oficina
En trajes de etiqueta,
En protocolos y memorandos,
Sobre el escritorio desdichado
Con las hojas manchadas de tinta.
Por eso, en un día cualquiera,
a cualquier hora,
Escribía un verso para convencerme
Que podría volver, de golpe,
A tener esperanzas y causas para agarrar el mazo,
Para no soltar los paracaídas en vuelo,
Para no internarme en la guerrilla de la rabia
Para no botar los libros leídos,
Para no dudar en la confianza,
Para no enloquecer de la desdicha,
Para no morir, de paso, o de golpe,
Para no vivir, por error, por vivir,
Sin vivir, sin morir, sin vivir.
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