Pocas veces una conversación sobre problemas
sociales tendrá otro final: “es que eso es un problema de educación, porque si
usted lo educa, el problema desaparece”.
El gobierno bolivariano convencido de esto como
el resto de Venezuela ha insistido en lo
educativo. Para demostrarlo, basta mirar las declaraciones de la UNESCO y
revisar los números: hay más escuelas, más universidades, más bachilleres, más
doctores. Ha habido más educación.
Gracias a esto es que tenemos muchachos en
China aprendiendo a hacer satélites, Congresos de software libre, campeones
mundiales de esgrima, un muchacho diseñando aviones, en conclusión, todo un
pueblo nuevo.
Aquello es un gozo, de esos que una mira
recordando a la maestra que decía que éramos un país subdesarrollado y por eso
teníamos que ser cerebros súper deprimidos, de esos que engrosan las listas de
personas que están por ocupar espacios, no para crear, escoger o transformar.
Pero entonces una supondría que con la nueva
pedagogía, con la educación de los niños y las niñas, basada en el
reconocimiento de su dignidad y libertad, con tantas oportunidades en el
panorama, ahora que a cada quien se le da la computadora, el libro, el cuaderno
y el morral, vamos sin frenos a una sociedad mejor.
Si esto es lo que queremos, tenemos que mirar
que algunas maestras y algunos maestros siguen con el discurso viejo. Para
poder mantener su retórica algunos han tomado partido por cualquier encartado
con el que puedan evitar usar los libros que dota el Ministerio de Educación. Así,
con un simple gesto expresado en unos papelitos recortados y pegados a la lista
de útiles se bota el esfuerzo público y se digiere una parte del presupuesto
familiar.
Siguen entonces nuestros niños y niñas presos
de maestras que los ideologizan en el supuesto nombre de evitarles ser
ideologizados. Produciendo un esquema en el que lo público y lo nacional es
malo, y, que se debe comprar porque si es privado, empresarial y pago es mejor.
Este hecho,
del que se habla menos que de la frase sencilla de que todo es educación va
haciendo grietas a proyectos tan profundos como el de darle a nuestros pequeños
y pequeñas la capacidad de creer en ellos mismos, que Venezuela no sólo es un
país sino que es una Nación cuya bandera flota en el espacio y se agita en la
ONU, que se siembra en el campo, que se lleva en barcos petroleros, que extiende en ayuda y agua cuando la tragedia
visa otro pueblo. Quizás, es por ello tan urgente activar el enlace permanente
entre la escuela y el Poder Popular, contralor de los espacios y actores
públicos.
Caracas
@anicrisbracho*
Este artículo forma parte de la publicación semanal "A Desalambrar" pero no apareció en su forma regular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario